La mayor parte de la fibra que proviene de los invertebrados, se debe a la presencia de quitina así como por las cadenas proteicas reticulares resultantes del proceso de esclerotización de la cutícula. La quitina es un compuesto polisacárido que contiene altos niveles de nitrógeno, lo cual teóricamente puede aumentar los niveles de proteína (los insectos contienen altos niveles de proteína en relación a otras fuentes naturales).
Algunos insectívoros producen quitinasa, una enzima que se encarga de la metabolización de la quitina. Sin embargo, la digestibilidad en mamíferos es muy reducida, oscilando entre un 2-20%. No obstante, no existe evidencia científica respecto de que una mayor metabolización de la quitina se traduzca en un aumento de los niveles de proteína.
La mayoría de insectos no incorporan minerales en la matriz quitinosa a diferencia de moluscos y crustáceos. Sin embargo, existen excepciones como en el caso de las larvas de la mosca soldado (Hermetia Illucens) las cuales contienen una gran cantidad de calcio en su exoesqueleto.
Aproximadamente un 60-90% de la fibra en los insectos proviene de la quitina presente en el exoesqueleto. Por ejemplo, el contenido de fibra en G. Portentosa y de B. Lateralis se situa entre un 10-13% de materia seca. Así mismo, debemos tener en cuenta que parte de la fibra presente proviene de las verduras-cereales presentes en el tracto digestivo del insecto. Tanto el cuerpo como el contenido intestinal, especialmente en especies con un tracto digestivo grande y que toman dietas con alto contenido en fibra, contribuyen notablemente al contenido nutritivo del insecto. De esta forma la dieta que ofrecemos a los insectos, puede aportar nutrientes esenciales que de otra manera no estarían disponibles si el animal tuviera su intestino vacío.
La dureza del exoesqueleto se debe más a la esclerotización (cadenas proteicas reticulares) que al contenido de quitina; no obstante esto reduce la digestibilidad del exoesqueleto. La cantidad de quitina presente en insectos con un exoesqueleto más suave, da crédito a la teoría de que las cadenas de proteínas y no la quitina, proporcionan a los insectos un duro armazón.
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